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Aunque no es el único, como avanzábamos en nuestro artículo sobre la demencia el Alzheimer es el tipo de demencia más frecuente con entre el 60% y el 70% de los casos registrados. Se trata de una enfermedad irreversible, neurodegenerativa (es decir, de avance progresivo y gradual en el sistema nervioso y, más en concreto, la corteza neuronal) y de pronóstico mortal. No obstante, un buen tratamiento y unos cuidados adecuados pueden retrasar la aparición de síntomas y el avance de la demencia, lo cual mejora la calidad de vida tanto del paciente como del cuidador y las personas de su entorno.
Hábitos para tratar a una persona con Alzheimer
Un aspecto fundamental a la hora de tratar a un enfermo de Alzheimer es respetar unos hábitos e intentar mantener unos horarios lo más fijo posibles. Una rutina detallada ayudará al paciente a no desorientarse ni frustrarse, así como a recordar a cada momento qué debe hacer. Emplear siempre las mismas palabras o frases, o los mismos rituales en cada momento del día suelen ayudar al paciente.
Resulta esencial que el enfermo se sienta querido y atendido, se recomienda por tanto hablarle con cierta asiduidad, de forma cariñosa y comprensiva. Aunque en ningún caso se deberá reñirle, discutir o tratar de debatir con el enfermo de Alzheimer, ya que muchas veces no son capaces de razonar y eso los lleva a frustrarse e incluso a reacciones desmesuradas o violentas. La paciencia es el ingrediente fundamental para tratar con las personas que sufren cualquier tipo de demencia.
También es de vital importancia disponer los objetos del hogar de forma que el paciente se sienta lo más seguro posible, para ello, lo óptimo es reducir el mobiliario al máximo. En la medida de lo posible, se debe evitar cualquier modificación del espacio doméstico y es aconsejable retirar del alcance del enfermo cualquier utensilio que pueda resultar peligroso (maquinillas de afeitar, cubiertos, productos químicos, etc.). Para evitar episodios de desorientación nocturna, se aconseja dejar encendida alguna luz en el dormitorio, así como en el cuarto de baño que emplea el paciente. Otro consejo que suele darse es eliminar los espejos del hogar, el enfermo podría no reconocerse en su reflejo y sentir angustia o miedo.
El ejercicio físico y la alimentación, claves en el cuidado
Realizar ejercicio físico ayuda al paciente a que se sienta más motivado y más cómodo. En caso de que el enfermo aún esté en condiciones de salir a pasear solo a la calle, debemos asegurarnos de que lleve consigo una identificación o use un brazalete de alerta médica. Cuando la enfermedad avance, se debe ayudar al paciente a realizar ciertos movimientos y rutinas físicas, aunque sea ejercicio pasivo en el que el cuidador mueva sus articulaciones y masajee ciertos músculos para mantenerlos activos.
Llegará un momento en el que el enfermo de Alzheimer requiera ayuda para realizar cualquier actividad, también aquellas más íntimas como la higiene personal. Hay que realizarla con tacto y cuidado ya que el paciente puede sentirse intimidado, se aconseja seguir, una vez más, una rutina y horarios que haga intuir al paciente que la hora de la ducha o el baño ha llegado.
En cuanto a la alimentación, las dietas ricas en proteínas (carne, pescado, huevos, legumbres) y vitaminas (frutas y verduras) son más beneficiosas que aquellas que abundan en hidratos de carbono. De hecho, está comprobado que el consumo regular de pescado azul ayuda contra la aparición de esta demencia. Servir la comida en pequeños trozos o incluso triturada se hará necesario en estadios avanzados de la enfermedad, en las que el paciente puede incluso olvidarse de realizar las tareas imprescindibles como es comer. Se debe controlar también que el paciente esté hidratado, y evitar la ingesta de alcohol.
En suma, el cuidado de un enfermo de Alzheimer es una tarea muy sacrificada que puede ocupar tu tiempo al completo. Lo vital a la hora de atender a un enfermo de demencia es la comunicación tanto con el paciente como con el entorno, avisar a vecinos y familiares del estado del paciente y, en caso de que la situación te supere y esté en tus manos, recurrir a ayuda profesional o a cuidadores especializados en personas mayores.